El olmo (Ulmus minor)
El olmo tiene
una larga historia asociada al hombre. Aunque se desconoce cuándo se iniciaron
sus relaciones, éstas debieron de ocurrir al poco tiempo de hacerse el hombre
sedentario y agricultor. Puesto que este árbol habitaba en fértiles vegas que
el hombre necesitaba, no hubo más remedio que retirarlo para poder cultivar,
pero no se eliminó por completo y enseguida el hombre se debió dar cuenta de
sus múltiples aplicaciones.
El olmo tiene
peculiares características que lo hacen muy útil en múltiples facetas. Sirve para
desecar el terreno pantanoso (sus raíces aguantan el terreno encharcado), soporta
bien los veranos secos, aguanta los terrenos compactados (plazas, caminos,
ermitas, lugares de romería, zonas empedradas o asfaltadas), se propaga con
facilidad de los vástagos que salen de la raíz o por estacas, útil como soporte
de viñas, sus hojas sirven de alimento al ganado, proporciona estacas para
cercas y madera para lumbre, hornos…
Su madera es muy
tenaz, elástica, fácil de trabajar, de pulir y aguanta muy bien sumergida en
agua. Se ha empleado en carpintería, ebanistería, carretería (para radios de
carro y cubos de las ruedas), en la fabricación de útiles de cocina, en
construcción naval( en botes de pesca, en gabarras,
para estructuras de embarcaderos),
construcciones hidráulicas, palotes de mina, en tonelería, construcción de
viviendas, para hacer dientes de engranajes de antiguos ingenios, conducciones
de agua (en la antigüedad se usaba a modo de cañería
en forma de troncos cortos perforados, han sido descubiertos en excavaciones de
varios siglos de antigüedad y aún se conservan perfectamente), artículos de deporte, debido a ser muy decorativa
su madera es utilizada para la fabricación de muebles, se emplea en torno, parquet, pipas, , tablones de labranza, en los techos de las viviendas se
alternaba con pino para que no se combara, las setas que cría en el suelo y en
el tronco son buscadas para comer.
El Dioscórides
habla del olmo como planta sudorífica y al exterior empleada contra
enfermedades de la piel. Por el tanino que contiene su corteza es buen
astringente, y sus hojas majadas con vinagre curan la sarna y también se pueden
cocer para comer a manera de hortaliza.
El olmo se ha
plantado a lo largo de la historia principalmente para conseguir frescura y
sombra en lugares de reunión o para proteger a los animales. Y como árbol
longevo que es, sus funciones las ha venido realizado durante mucho tiempo.
Felipe II lo
tomó como árbol social, ligándolo a sus lugares de residencia, como Aranjuez,
Casa de Campo, El Pardo o El Escorial. Pero el olmo sobre todo ha sido el árbol
del pueblo, de vecindario y bajo su sombra se han relatado los acontecimientos
de la comunidad rural. Aquí pasaban los ancianos sus largas tardes de estío,
rodeados de chiquillos, han sido lugar de reunión y encuentro, de los concejos,
se ha impartido justicia y han ocurrido hechos históricos (Fernando III el Santo
fue aclamado como rey de Castilla bajo el olmo de Antillo).
Las primeras
noticias históricas que se tienen del olmo se remontan a los escritores griegos
y romanos: Homero, Filostrato, Plinio…
El olmo también
tiene connotaciones religiosas desde la antigua Grecia, asociándolo a Dioniso,
dios del vino. Esta consagración se debe sin duda a la costumbre griega y
después romana de usar el olmo como soporte para las vides. De ahí el refrán
“No le pidas peras al olmo”; esto es pasarse, pero sí puedes pedirle uvas.
En la religión
católica este árbol ha servido como soporte para apariciones de vírgenes,
levantándose a su lado numerosas capillas e iglesias. Así diversas leyendas dan testimonio de la ancestral unión entre olmo, hombre y lo divino, encontrándose el
primer relato escrito en Homero, cuando cuenta que, para asegurar reposo, se
plantan olmos como amables centinelas en torno a la tumba del héroe griego
Aetón, tras su muerte bajo las murallas de Troya.
En casas de Uceda (Guadalajara),
la Virgen se le apareció a un pastor en forma de paloma en lo alto del olmo. El
pastor recogió la paloma llevándosela a otro pueblo y cuando la soltó ésta
acudió al mismo sitio, esta operación se repitió varias veces, hasta que en la
última la paloma se transformó en Virgen, levantándose en ese lugar la ermita
de la Virgen del Olmo.
En Villaescusa (Zamora), dicen
que se hallaban dos caballeros batiéndose bajo un olmo. De pronto se les
apareció la Virgen entre sus ramas, dejando los caballeros de luchar y
exclamando “buena excusa para dejar de batirse”, por lo que el pueblo cogió el
nombre de este hecho “Buena excusa”.
De la olma de Rascafría cuentan
que en su interior se escondía el bandolero Tuerto Pirón.
La mitología y leyendas
japonesas dicen que los olmos fueron los primeros árboles en aparecer en la
tierra para proveer de leña al fuego de los hombres.
Si has nacido entre los días 12
y 24 de enero o entre el 15 y 25 de julio, según el calendario celta, el olmo,
símbolo de nobleza y generosidad, será siempre tu árbol protector.
Por supuesto, el
olmo tiene su sitio en la literatura. Pio Baroja cuenta que subido al olmo y
fumando su pipa, dejaba volar sus sueños, Cervantes, Góngora, Lope de Vega,
Bécquer, Blas de Otero, Víctor Hugo y
Antonio Machado, también lo han cantado.
El olmo campestre es el olmo por excelencia, el más alto, el más fuerte, el más
bonito. Es el Ulmus minor Miller; Ulmus campestris L; Ulmus vulgaris Dall, álamo
negro, negrillo…Puede tener hasta 25 ó 30 metros de altura, pudiendo vivir 400 ó 500 años. Es una especie de llanura y
media montaña hasta 1300 metros.
Además de las especies ibéricas,
el hombre incorporó durante la época romana individuos italianos, que vinieron
asociados al cultivo de la vid, que se han mantenido en forma de clon que tiene
2000 años de antigüedad.
El tronco es recto, alargado, a veces sinuoso, cubierto por una corteza
marrón oscura, espesa y con grietas profundas, la de los árboles jóvenes es
lisa, grisácea y en ocasiones salpicada por espesas crestas acorchadas, que
constituyen una protección contra los dientes de los herbívoros.
Las hojas van insertadas a uno y otro lado del brote, en dos filas
paralelas, con un peciolo corto y rechoncho que se enrosca un cuarto de vuelta,
de tal forma que quedan todas dispuestas en el mismo plano. Son claramente
disimétricas en la base, son doblemente dentadas, coriáceas y ásperas, sobre
todo por el haz, revestido por una corta pilosidad. El limbo mide de ocho a
diez centímetros, es ovalado, y termina en punta en el extremo superior y va
salpicado de nervaduras salientes paralelas.
Florece a partir de finales de febrero con múltiples racimos de color rosa
rojizo; las flores, con un corto peciolo, no tienen ni pétalos ni sépalos.
El fruto madura en mayo; se trata de una sámara orbicular con la copa
recortada, con un ala ancha que favorece su dispersión por el viento.
Hay una plaga propia del olmo, la galeruca
(xanthogalerucella luteola mull).Se trata de un coleóptero de la familia
Chrysomelidae de alimentación monófaga, cuyas larvas y adultos de alimentan
exclusivamente de las hojas de los olmos. Es una de las plagas que más daños
causa pudiendo ocasionar una gran defoliación con la consiguiente debilidad del
árbol, pudiendo provocar que sean atractivos para los perforadores transmisores
de la grafiosis.
Grafiosis es el nombre de la terrible enfermedad que ha hecho casi
desaparecer los olmos. Significa enfermedad gráfica. Puesto que va unida a unos llamativos dibujos en la cara
interna de la corteza, que sólo se observan al desprenderse del árbol después
de su muerte. Los trazos son el
resultado de las galerías reproductoras del escarabajo (barrenillos, escolítidos
del género Scolytus) que trasporta el hongo (Ceratocystis ulmi) que
luego tapona los vasos de la planta impidiendo la circulación de la sabia y
ocasionando su muerte.
El olmo es pues
un árbol útil y bello, un fiel compañero, cuya conservación debe constituir un
reto. Si hay que sustituir un olmo, que lo sea por otro resistente a la
terrible enfermedad de la grafiosis.
A UN OLMO
SECO
Al olmo viejo, hendido por el
rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol
de mayo,
algunas hojas verdes le han
salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo
amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y
polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la
ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus
entrañas
urden sus telas grises las
arañas.
Antes que te derribe, olmo del
Duero,
con su hacha el leñador, y el
carpintero
te convierta en melena de
campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que te descuaje un
torbellino
y tronche el soplo de las sierras
blancas;
antes que el río hasta la mar te
empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la
vida,
otro milagro de la primavera.
(Soria,
1912)
ANTONIO MACHADO
,
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